martes, 3 de abril de 2007

Las otras familias / 4 de marzo de 2007

El primer domingo de marzo se celebra en nuestro país lo que algunos denominan el "Día de la Familia". Sin embargo, una vez más, se desconoce de manera institucional una realidad cotidiana: en México, como en muchos otros países, no existe un solo tipo de familia, sino muchos.

Resulta muy importante reconocer las realidades de la población para encaminarnos hacia una sociedad más justa, en vez de pretender la imposición de modelos que no necesariamente concuerdan con la forma de pensar y vivir actual. La sociedad cambia y el modelo único de familia ya no tiene relación con la vida de una enorme cantidad de gente en nuestro país.

La madre divorciada que trabaja para darle a sus hijos lo que requieren no cumple con los requisitos de la familia tradicional, pues el divorcio no era una opción viable para la forma de pensar de hace ya algunas décadas. Pero los tiempos han cambiado y también las realidades sociales, afortunadamente.

Los abuelos que atienden al nieto abandonado por sus padres tampoco encajan con el modelo clásico de familia. Ni la madre que vuelve a contraer matrimonio y forma una familia integrada por los hijos de su relación anterior, los hijos de su nuevo marido, este último y ella misma. Todos estos modelos responden a nuevas formas de ver la vida y de afrontarla. Pero no encajan con la visión de quienes se han autoerigido en jueces para imponer al resto de la sociedad lo que según ellos es "bueno" y "malo".

También hay familias integradas por parejas sin hijos, o por quienes han adoptado a alguno. Hay familias que están formadas por personas sin parentesco, pero comparten una vivienda, sus afectos, apoyos y gastos. Pero tampoco corresponden con la idea conservadora de familia.

Lo mismo pasa con las familias integradas por parejas homosexuales, con o sin hijos. Ante la evidente desinformación que todavía prevalece sobre este tema, no está de más recordar que la homosexualidad no es una enfermedad ni un trastorno, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud. La homosexualidad, pues, no se "pega", ni se contagia, como tampoco se contagian la heterosexualidad y la bisexualidad.

Numerosos estudios realizados en diversos países señalan que lo importante en una familia es el afecto, el amor y la atención que recibe la niña o el niño por parte de sus padres o tutores. Los resultados indican que la orientación sexual es un asunto que no interfiere en el saludable crecimiento y desarrollo de la infancia.

Los altos y alarmantes índices de violencia intrafamiliar y de abuso sexual que se ejercen en hogares heterosexuales tradicionales, nos lleva a darnos cuenta de que la heterosexualidad de los padres no garantiza de modo alguno la protección de la niñez. Y tampoco la homosexualidad, ni la bisexualidad, cierto. Lo importante, pues, no es la orientación sexual de los papás y las mamás, sino que cuenten con las características psicoafectivas y de estabilidad adecuadas para asumir la trascendente responsabilidad que representa la formación integral de un ser humano desde sus primeros años de vida.

Quienes son militantes del sector más conservador y retardatario de nuestra sociedad pretenden impedir, con argumentos falaces y risibles, que este tema de las familias homosexuales sea analizado a cabalidad, pues saben que tienen la batalla perdida y tratan de retrasar inútilmente su evidente derrota.

El tema de las familias homosexuales con o sin hijos, como todos los relacionados con la amplia diversidad de las familias mexicanas, debe ser abordado a profundidad en los distintos foros de análisis y discusión pública de manera inaplazable. Reconocer las realidades sociales nos encaminará de manera segura y firme hacia una convivencia más justa, civilizada y respetuosa de las diferencias.

El camino de la ignorancia, el prejuicio y la exclusión debe ser abandonado por quienes se encuentran en las esferas del Poder Ejecutivo Federal pretendiendo hacer gobierno. Resulta urgente que sean reconocidas, de manera institucional, todas las formas de familia y garantizado el ejercicio pleno de sus derechos. Al reconocer a todas las familias no se afecta, para nada, a la familia nuclear tradicional. No se trata de una guerra contra ese modelo, sino contra la ignorancia y la exclusión.

A las autoridades conservadoras del Gobierno Federal, les recordamos que no se puede tapar el sol con un dedo. La sociedad mexicana avanza más rápido que las ideas retardatarias de quienes pretenden que pensemos y vivamos con visiones de hace ya muchas décadas. Pónganse al día y avancemos todas y todos juntos. Que el gobierno no se nos rezague.

La Ley de Sociedad de Convivencia, cuya iniciativa fue presentada por nuestro compañero diputado Jorge Carlos Díaz Cuervo, de Alternativa, y apoyada por la mayoría de las fracciones partidistas en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, reconoce relaciones familiares tanto homosexuales como heterosexuales y es un ejemplo de que es posible avanzar a pesar de la ignorancia y los prejuicios de algunos que pretenden imponer sus visiones retrógradas al resto de la sociedad, mientras a escondidas compran tangas o encubren acciones que podrían constituir delitos contra la infancia.

Mejor encaremos nuestras realidades y avancemos hacia el progreso social incluyente.

Por el reconocimiento urgente de todas las familias y el ejercicio pleno de sus derechos.

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